🎭 30 de septiembre de 2025
Patricio Rivas Herrera: La historia como memoria viva

Carlos Arturo Gallego Marín *
Como muchos pensadores latinoamericanos de su generación, Patricio Hernán Rivas Herrera lleva en su biografía una ligazón con la lucha activa, la historia, la filosofía y la memoria. Desde la cátedra, la diplomacia, la clandestinidad, la prisión y luego la expulsión de su natal Chile, Rivas aboga por una América Latina (A.L) que piense sus políticas culturales desde la emancipación.
En el día 1 del 7mo Congreso de Teatro Iberoamericano, el profesor Rivas afirma que A.L. padece una crisis política dual: entre una derecha que no tiene madre y una izquierda que se quedó sin padre, es decir, que A.L. padece la oscuridad de una caja negra o la vacuidad de una caja vacía, sin que sepamos como tratar el problema. En una interpretación sin licencia, sería como si “nuestra” A.L. estuviese inundada en un océano de confusiones, buscando un padre (el orden, el poder, un leviatán tal vez) que ponga orden, lo cual, ya nos ha dicho la historia, es sumamente desalentador por el peligro que esa búsqueda conlleva, mucho más en tiempos de autoritarismos renovados y solapados en democracias de papel.
Desde su formación, Rivas advierte una tensión fecunda: por un lado, el rigor filosófico e histórico que le permite comprender los procesos, las estructuras simbólicas, las genealogías del poder; por el otro, la urgencia práctica, la dimensión pública, las políticas culturales como espacio de intervención ciudadana. Esa tensión entre reflexión y acción, aparece consistentemente en sus obras. Algunas de sus reflexiones escogidas al azar: Genealogía de la diversidad: la diversidad como poder constituyente (2011); Territorios fragmentados (2013); La ética disidente de la Universidad en Crisis (2014); Crisis de civilización, Pandemia y Reproducción histórica (2021).
La narrativa del profesor Rivas en el 7mo Congreso, parte de lo constituyente (la diversidad), evidencia las heridas (fragmentación), señala espacios de resistencia (ética disidente) y culmina en la advertencia global (crisis civilizatoria), como idea tecno-económico científica y cultural.
Su formación en filosofía de la historia (PhD) le ha llevado a interrogar-se acerca de la construcción de la memoria social, sobre quién decide qué se recuerda y qué se olvida (la historia se ha escrito desde el poder), de cómo los estados o los grupos dominantes moldean narrativas históricas. Su experiencia en la dictadura chilena en tanto miembro del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), clandestino en su propia tierra y puesto preso durante 3 años para luego ser expulsado, le ha dejado como legado abundante material de memoria y reflexión sobre las lógicas del poder, del estado, del sujeto histórico.
Las propuestas de Patricio Rivas siguen siendo relevantes, inspiradoras, incluso urgentes, frente a los desafíos actuales de la región: América Latina vive un momento en el que la memoria vuelve a ser tema central, los juicios contra violaciones de derechos humanos, la exigencia de verdad y reparación, la revocación de estatuas de opresores, los debates públicos sobre qué narrativas nacionales legitimar.
Colombia, Salvador, Ecuador, Venezuela, Argentina, México, Perú (…) son apenas algunos de los países en donde las violencias permanecen y los silencios siguen siendo parte del tejido social. La región enfrenta crecientes demandas de pueblos originarios, de comunidades marginadas. El marco de reflexión deliberativo del profesor Rivas, ofrece propuestas de relación entre Estado y Ciudadanos, no como sujetos pasivos del mercado al por mayor y al granel, sino como agentes con historia, con memoria, con derechos, emancipados de la condición miserable de consumidores.
Las “fragmentaciones” a las que alude Rivas no son puramente metafóricas: son reales, palpables. Su propuesta intelectual sugiere que reconocer esas fragmentaciones (en memoria, cultura, historia) es condición para políticas más justas. Cuando pensamos con todo el cuerpo, pensamos Juntos, dice con la convicción de una vida activa y coherente entre pensamiento y acción.
Más allá de las ideas, lo que más fuerza le imprime al pensamiento de Patricio Rivas Herrera es su humanidad. Es un pensador lejos de las torres de marfil: sus memorias, su experiencia de represión, sus experiencias como profesor, sus colaboraciones con ministerios, su contacto con comunidades culturales reales, permean su reflexión, la hacen memoria viva. Esa tensión entre lo vivido y lo pensado le da credibilidad, autenticidad. Nos recuerda que pensar la filosofía de la historia no es solo mirar atrás; es responsabilizarse del presente y marcar una mejor posibilidad de futuro, asumiendo el imperativo de responsabilidad moral que nos convoca como especie.
Pensar con Patricio Rivas Herrera es aceptar que la historia no está muerta, que el pasado sigue operando, que las heridas del ayer condicionan los posibles del mañana. Es asumir que no hay futuro sin memoria, que la cultura no es lujo sino territorio de resistencia, de sentido, de identidad. Es también aceptar que la filosofía de la historia no puede ser abstracción académica: debe hablarnos, interpelarnos, urgirnos a actuar y, para no caer en la tentación del simplismo narrativo, es fundamental reconocer conflictos, ambigüedades, contradicciones…
Latinoamérica necesita más voces como la suya, tal vez no como antídoto, pero si como advertencia ante el regreso de falsas y reencauchadas doctrinas de oscuros encantos, que desde las avenidas digitales se pasean con fatal fascinación en realidad aumentada, buscando un soberano padre que, como se ha vivido, suele ser un tiranuelo.
*MSc Estudios Políticos Universidad de Caldas