Textos

2 de septiembre de 2024

Shakespeare bombardeado

En esta edición del FITM confluyen dos montajes que alimentarán esa larga tradición de diálogos necesarios e intertextuales con la obra de Shakespeare. Romeo y Julieta de bolsillo, de la Compañía La Criolla (Argentina) y Tsunami, una despedida, de Hernán Gené, de Argentina.

Wilson Escobar Ramírez

Difícil recordar una edición del festival que no haya tenido en su programación una visita a Shakespeare; una en que su obra no haya sido adaptada, evocada, revivida, versionada, reversionada, transgredida y desadaptada; o haya servido de inspiración, de lugar de partida, o de llegada en las más distintas formas expresivas de la escena, desde los lenguajes más clásicos hasta los más contemporáneos y experimentales.

Bien lo decía Peter Brook, Shakespeare es como un pedazo de carbón del que no nos interesa cómo se formó hace millones de años, sino cómo nos abraza y nos brinda calor en una tarde de invierno.

Muchos directores entienden con claridad que el asunto con Shakespeare quizás no sea adaptarlo a la escena en la tradición isabelina, sino traerlo a dialogar con nuestro presente, con los lenguajes y las expresiones de otras tradiciones y culturas, para así provocar un nuevo fuego en la obra.

Es lo que hace el montaje Hamlet I de Pawel Novickiescenificado en un amplio comedor, situado en la escena como si fuera la sala de un gran palacio, con el público oficiando como comensal y testigo de un territorio de traiciones que van, al capricho del lenguaje, desde Dinamarca hasta Cundinamarca; el Hamlet aéreo de Amloii, como lo dijo Hamlet, de los españoles Karlik Danzas y Samarcanda teatro (Festival 2004), escenificado en el Coliseo Cubierto; o El Hamlet de los andes (Festival 2014), en la versión sincrética del teatro de Los Andes de Bolivia, que muestra en códigos de identidad y conflicto local la tragedia universal.

El Macbeth traslapado en la revolución mexicana de Mendoza (Festival de 2016), del colectivo los Colochos, puesto al modo de una cantina a la que entra el espectador como un testigo y partícipe más de este juego de tensiones sociales y políticas, mientrasse confunde y acompaña a los personajes con una cerveza para celebrar la llegada al poder (la revolución zapatista);O la versión Macbeth, ciudad insomnio (en 2014) de A Poc A Poc, con su lenguaje corporal entremezclado en un escenario de metales corroídos y en un ambiente decadente; el Macbeth visto desde el conflicto del gansterismo latinoamericano, vinculado con la droga y la violencia del narcotráfico en Medellín en The new gansters (Festival 2002) del Teatro Hora 25.

Por el festival han recalado versiones de Ricardo III. Algo de Ricardo, del grupo Complot Teatro (festival 2013), que pone énfasis en la presencia de la mujer en la tragedia; Ricardo III con la manipulación de muñecos de cara al público y la juglería callejera, del Teatro El Paso de Pereira (festival 2012). Qué decir del Otelo de Viaje Inmóvil (en 2014), de Chile, con la manipulación de muñecos de velo y su acento dramático en el feminicidio; o el Othelo (festival de 2014) de Buendía Theatre, dirigido por Gabriel Chamé en clave de Clown, que muestra una desopilante comedia plena de humor ácido, sin traicionar el espíritu trágico del texto.

El Romeo y Julieta de la compañía brasilera Galpao (festival de 1995), y su trepidante ritmo de carnaval, de música y fiesta que enmarca la tragedia de los amantes; o el ritual experimental de Julieta de Diego Aramburo (festival de 2013), de la compañía Kiknteatr de Bolivia, una versión unipersonal que visita el texto y extrae una Julieta densa y trágica en un ritual árido y sobrecogedor.

Desde un continente lejano como Asia llegó Sueño de una noche de verano (festival 2004) y la respetuosa mirada del Grupo Yohangza de Corea, escenificada al modo en que se representó, bajo una carpa, por el Teatro el Globo.

También han comparecido en la escena manizaleña El Mercader de Venecia: Shilock, en el monólogo de Manél Barceló, o la versión instalada en la crítica al capitalismo de Los Banqueros de La Tribu Imaginaria, de Chile (festival de 2016); o el Tito Andrónico puesto al modo más experimental en Mosca (festival de 2002), del Teatro Petra.

Los anteriores, a modo de ilustración de las múltiples poéticas que la escena shakesperiana se ha encargado de reavivar al modo de un pedazo de carbón y por la vía intertextual, como lo plantea Brook.

Shakespeare de bolsillo

“Desde hace tiempo vengo pensando en qué posibilidades tiene esta obra de Shakespeare. Una obra que nos introduce en el mundo del amor y los vínculos entre dos adolescentes y mi inquietud está en poder acercarla de verdad a nuestros adolescentes de hoy ”. Así reflexionaba el dramaturgo, director yactor Emiliano Dionisi ante el desafío de llevar a escena Romeo y Julieta. Entonces pensó en una suerte de edición de bolsillo -no impresa, por supuesto- que fuera accesible a todo público, en tiempos en que Shakesperare se torna demasiado serio.

Hurgando en esa trágica historia de amor tensada por las rivalidades entre Montescos y Capuletos, Dionisi encuentra la clave para hablar con los jóvenes: un aula de clase; allí instala a un par de profesores expertos en Shakespeare que pretenden responder a una pregunta esencial: ¿Romeo y Julieta termina mal, o en realidad termina bien? Para encontrar la respuesta a ese caprichoso interrogante, emprenden un viaje por el interior de los personajes de este clásico, a los que interpretan e interpelan desde los más ácidos y originales puntos de vista, del tipo: ¿Cuántas comas utilizó Shakespeare en sus obras? ¿Cuántas veces sus personajes hablan de amor?

Dionisi interpreta junto a Julia Garríz once personajes en poco más de una hora, justo lo que dura aquella clase en la que solo existe una pizzara, el cuerpo de los artistas y su vestuario. Poco más.

Asedio a Shakespeare

Otra mirada a Shakespeare ofrece Hernán Gené con Tsunami, una despedida.

Esta vez el punto de partida es La tempestad, que entremezcla con otros personajes de la extensa obra del dramaturgo inglés y las propias experiencias de vida.

Gené, curtido en el oficio del clown tanto como en la obra de Shakespeare, sitúa su dramática en el sótano de un edificio, a donde ha ido a resguardarse de un bombardeo el director de teatro Eiwod Divad. El fantasma de su musa y compañera de escena Leira Rosalind, ya muerta, es su única compañía en aquel lugar de encierro. Mientras caen las bombas y se acentúa el asedio, ella le invita a revivir la experiencia del último montaje que hicieron juntos: La tempestad, de William Shakespeare.

Una poderosa historia de amor en medio del apocalípsis, como el mismo autor lo describe: “Tsunami (una despedida), nace como una historia de amor entre dos personas que amaron el teatro por sobre todas las cosas. Una obra que habla de reconocer nuestros grandes errores, de dejar marchar a los que amamos, de la capacidad de perdonar, de la soledad y la reconciliación, y, claro está, del teatro y de Shakespeare, y de la guerra y el horror, y del humor, y de resistir y resistir, y de tantas cosas…”.

Varios planos se entrelazan en esta intrincada historia, sigue Gené: “La ficción de un director atrincherado en el sótano de un teatro bombardeado. Otro, el de la ficción de La tempestad, tan llena de misterios y contradicciones, y plena de similitudes con la vida en el teatro. El tercero, el que ocurre en su propia mente, donde el fantasma de su compañera vive y campa a sus anchas. Otro, el de la supuesta despedida del teatro del Cisne de Avon oculta en su última obra en solitario. Y el cuarto, el real, el de la obra de teatro que se está llevando a cabo aquí y ahora, y que atraviesa todas las épocas y las historias, propias y ajenas”.

Tsunami (la despedida) es la última creación de un Gené que ha sabido cultivar un estilo propio en el universo del clown, que lo ensancha y lo contrae a su gusto y libertad, lo que para algunos se antoja a una suerte de “gabinete de curuosidades” de donde extrar referencias personales a su vida en el teatro, su infancia, su madre y su padre, las palabras y los personajes de Shakespeare, el clown, las máscaras, el océano infinito, el pop, el Renacimiento, el cine de aventuras, Jorge Luis Borges, Federico Fellini, David Bowie y Corto Maltés…

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